Introducción a la teoría de conjuntos
¡Hola!
Aquí
estamos de nuevo Gumersindo Labarba y Teresa Fresa. Antes de nada queríamos
comentaros que nos hemos visto obligados a cambiar de opinión con respecto a
nuestra participación en este proyecto del Oso cavernario. Hemos descubierto
que, aunque el jefe no lo habla, sí entiende idioma humano. Por eso (y por las
amenazas de quedarnos sin bayas) no haremos lo que os dijimos aquí sino que
tendremos que hacer el esfuerzo de contaros algo que merezca la pena.
Dicho
esto, hoy hemos decidido explicaros brevemente las bases de la Teoría de
Conjuntos (una rama de la lógica matemática); un tema apasionante.
La teoría de conjuntos nace a finales del
siglo XIX a manos, principalmente, de George Cantor. En la elaboración de esta
van a ser fundamentales las aportaciones de, entre muchos otros, Dedekind,
Frege, Peano, Whitehead, Russell, Hilbert, Zermelo, …
Las nociones primitivas de la teoría de
conjuntos son simplemente dos:
- Los conjuntos: Son agrupaciones de cosas. Las cosas que pertenecen a un conjunto son sus elementos (No es que haya dos tipos de entidades distintas, todo son conjuntos. También los
elementos de los conjuntos.) Qué tipos de conjuntos son válidos nos lo dicta la Teoría de conjuntos.
En
“Fundamentos de una teoría general de las variedades”, § 1, nota 1, Cantor
dice: “Por 'variedad' o 'conjunto' entiendo en general cualquier pluralidad que
se deja concebir como unidad, es decir, cualquier agregado de elementos
determinados que en virtud de una ley pueden ser combinados en un todo.”
- La
noción de pertenencia (de un elemento a un conjunto): Se representa mediante ∈.
Podemos representar los axiomas de teoría de conjuntos con una lógica de primer orden, necesitamos únicamente términos que representen los conjuntos, constantes, variables y una única relación binaria: la pertenencia. Aunque es Cantor quien propone la teoría de conjuntos, es Frege quien la axiomatiza.
Los axiomas
básicos de esta teoría son:
·
Principio
de extensionalidad: Lo que caracteriza los conjuntos, y, por tanto, nos permite
diferenciar unos de otros, es qué elementos poseen. Cuando dos conjuntos
poseen los mismos elementos, son el mismo conjunto. Esto puede expresarse del
siguiente modo:
·
Principio
de comprensión (idea básica de Frege): Dada cualquier propiedad, siempre existe
un conjunto formado por todos los elementos que cumplen tal propiedad. Este
principio es problemático, en la medida en que nos permite considerar conjuntos
que se pertenecen a sí mismos. Quién descubrió que podía deducirse una
contradicción de esta teoría, que por lo tanto era inconsistente, fue Russell. Este advierte que pertenecerse a sí mismo es una propiedad, luego debe existir
el conjunto de todos los conjuntos que se pertenecen a sí mismos, y del mismo
modo, el conjunto de todos los conjuntos que NO se pertenecen a sí mismos. Este
último es el que nos interesa:
El
problema está, entonces, en aceptar este principio sin restricciones. Se hace
patente de este modo la necesidad de refinar la teoría, sin que se deje de
considerar los conjuntos importantes que se había logrado nombrar. Cualquier
propiedad no puede servir para definir un conjunto.
Una
propuesta de solución fue la teoría de tipos, de Russell y Whitehead.
Construyen un lenguaje jerarquizado en el que la única forma de referirse, o de
construir, conjuntos es mediante elementos de los niveles inferiores. Esta
teoría, debido a su enorme complejidad, no terminó de prosperar. La propuesta
que sí tuvo éxito terminó de configurarse durante el primer tercio del siglo
XX:
Se
trata de la teoría axiomática de conjuntos. (Existen dos teorías axiomáticas de
conjuntos, una desarrollada por Zermelo y Fraenkel, y otra por Gödel, Von
Neumman y Bernays. No vamos a exponer
sus diferencias, pues en sus aspectos más importantes no existen discrepancias
relevantes. Vamos a considerar aquí la primera.)
¿Se
trata de esta nueva teoría de una teoría consistente?
Sabemos, gracias al
teorema de Incompletitud de Gödel que dada cualquier teoría con una cierta
cantidad de aritmética no podemos realizar, dentro de esa misma teoría, una
demostración de su propia consistencia. (Representar la propia consistencia en
una teoría es imposible.)
Por
este motivo no podemos asegurar su consistencia. (Sí podemos, en cambio,
demostrar su equi-consistencia). La intuición general, en cualquier caso, es la
de que la teoría de conjuntos sí es consistente. Sabemos, por los teoremas de
corrección y completitud, que esta teoría es satisfacible. Debe haber, por lo
tanto, un modelo que haga verdaderas las fórmulas de esa teoría: Y todos
tenemos, parece, una idea bastante clara sobre cuál es este modelo: Los números
naturales.
La
teoría axiomática de conjuntos (ZF) se presenta, entonces, como una teoría axiomática:
¿Qué
son los ordinales?
Hemos dicho que existe un conjunto formado por todos los
números naturales, el conjunto ω. Este es un conjunto infinito y transitivo
cuyos elementos son también transitivos y están bien ordenados. Podemos seguir
aplicando axiomas sobre este conjunto y seguir añadiendo elementos de forma
indefinida, obteniendo así conjuntos infinitos cada vez mayores.
Podemos
coger todos los números naturales y crear el conjunto de todos los PARES de los
números naturales. Hacemos a continuación, su conjunto potencia, y de entre sus
elementos nos quedamos con los pares que representen buenos órdenes. Obtenemos
de este modo el conjunto de todos los ordinales que representan buenos órdenes
para los números naturales. Podemos decir, por lo tanto, que existe un conjunto
formado por todos los ordinales enumerables, y que se trata de un conjunto transitivo,
bien ordenado mediante la noción de pertenencia, y que se corresponde a su vez
con un ordinal (un ordinal que no puede ser ya enumerable pues los contiene a
todos).
Demostramos
de este modo que existen también los ordinales no enumerables. Hemos obtenido
ya el primero, a partir de él habrá toda una infinidad creciente (resultado de
la aplicación de los axiomas.)
Tenemos
así una serie genuinamente infinita de ordinales, en la que se mantiene el buen
orden, y en la que se observan una especie de “saltos” en el tamaño. La serie
infinita de ordinales mencionada anteriormente se trata de una serie infinita,
que sin embargo es de tamaño aleph 0.
Como
adelanté, todos los ordinales que pertenecen a ella son del mismo tamaño,
pueden establecerse biyecciones entre ellos. Sin embargo, existen además otro
tipo de ordinales, ordinales más grandes o con un cardinal mayor. Es cuando
llegamos a estos cuando se produce ese “salto” que nos lleva a un “infinito aún
más grande”.
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