Henri Bergson, "La risa".

Buenas. Vuestros amigos Teresa Fresa y Gumersindo Labarba están de vuelta. 

Bueno, en realidad no nos habíamos ido a ninguna parte. Hacía mucho tiempo que no os escribíamos nada, pero no porque estuviésemos de vacaciones ni nada por el estilo. El jefe Oso nos tenía esclavizados traduciendo para vosotros al idioma humano castellano todas las entradas de nuestros compañeros y, por ese motivo, no hemos podido escribir nada por nosotros mismos. Aunque seguimos estando obligados a realizar esa labor, hemos conseguido sacar un poco de tiempo para contaros algo que nos parece muy interesante. 

Hoy vamos a hablaros de unas ideas extraídas del libro titulado "La risa: ensayo sobre la significación de lo cómico", de Henri Bergson (disponible aquí). 

En esta obra Bergon no pretende dar una definición de lo cómico, pues a su modo de ver todos los autores que lo han intentado han fallado en el intento, sino que se centra en buscar una regla de construcción, “el método de fabricación de lo cómico”; al tiempo que busca comprender la función social de la risa, el fin que la misma posee en la sociedad. 

Siguiendo a Aristóteles, el autor considera que lo cómico es algo exclusivamente humano. El hombre es el único animal que ríe y, al mismo tiempo, que hace reír. La dimensión social de lo cómico adquiere un papel fundamental, para que algo nos haga reír, por lo tanto, es necesaria la comunidad. 
Nuestra risa, añade, es la risa de un grupo; de modo que si queremos comprender de verdad la risa, su estudio debe enmarcarse en el ámbito público, en lo social.  

Otra característica vinculada a la risa, y que Bergson comparte también con Aristóteles es la necesidad de una cierta “insensibilidad”, impasibilidad del alma, para que esta pueda producirse. Es decir, para que algo nos haga reír no debe alimentar nuestra compasión. En la “Poética” de Aristóteles encontramos esta misma idea, aunque en otros términos; esa indiferencia exigida aparece reflejada como lo que no causa dolor: 

“Lo ridículo puede ser definido acaso como un error o deformidad que no produce dolor ni daño a otros; la máscara, por ejemplo, que provoca risa, es algo feo y distorsionado, que no causa dolor”. 

En esta misma cita de Aristóteles hay más elementos que debemos destacar: encontramos una vinculación entre lo cómico y lo ridículo o deforme, lo defectuoso. Bergson, en su obra, va a recoger también esta idea, aunque dotándola de una nueva dimensión. Para él toda deformidad susceptible de imitación por parte de una persona bien conformada puede llegar a ser cómica. Lo mismo sucede con las expresiones ridículas, o la fealdad. En la medida en que no despiertan nuestra compasión, pueden hacernos reír. No obstante, a pesar de las similitudes, aparece aquí un elemento fundamental que le aleja de teorías como la Aristotélica: lo que nos hace reír en la deformidad, no es el sentimiento de superioridad que provoca en nosostros; sino lo que esta tiene de imitable. 

Es decir, para Bergson, cuando la deformidad es algo rígido, algo imitable, algo que puede llegar a ser repetitivo, es cuando nos resulta graciosa. De igual modo, las personas nos provocan la risa cuando sus gestos, movimientos, expresiones, etc. nos recuerdan a un mecanismo, a algo rígido y automático. 

Y es aquí dónde la cuestión de la función social de la risa cobra importancia. La vida nos exige atención, y es mediante ella que somos capaces de adaptarnos a los cambios del mundo. Vivir, defiende, no es lo mismo que sobrevivir, es vivir bien; y para ello no basta con el mecanicismo, con el mero dejarse llevar por el automatismo de la costumbre. Es así que la rigidez resulta peligrosa para la sociedad. Esta no puede estancarse, y precisamente para que no suceda así aparece la risa. 

Si atendemos a los caracteres cómicos advertimos que lo que nos resulta cómico suele expresar una inadaptación del individuo a la sociedad, una rigidez de aquel que evita ponerse en relación con sus semejantes. La risa adoptaría, entonces, dentro de la comunidad un papel esencial: serviría para “castigar” tal distracción de aquellos que se mantienen aislados de la sociedad, a los que amenaza con la humillación; y, al mismo tiempo, para corregir ese comportamiento tan mecánico. (Para más información se puede consultar aquí.)

El propio autor nos advierte de que esta caracterización de lo cómico como aquello que emerge de lo que de automático o de rígido hay en la vida no es la única fórmula capaz de explicar lo cómico. Tampoco, ni mucho menos, esta fórmula da lugar siempre a algo cómico. 

Terminamos la entrada de hoy con un ejemplo de lo que os hemos contado:




Espero que os haya resultado interesante. Si tenéis cualquier duda o sugerencia podéis ponerla en los comentarios.

¡Hasta la próxima!

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